miércoles, 26 de octubre de 2011

Debajo de mi cama...

Hoy, como cualquier otro día normal, he decidido sacar la cama que se encuentra debajo de la mía (mi cama es de esas altas que tienen una serie de cajones debajo, y a continuación otra cama) y echar un vistazo para revisar que todas mis pelusas estaban en su sitio, nunca se sabe cuando puede aparecer algo nuevo en una ubicación tan común como lo ese sitio tan oscuro tan cercano al suelo.

Pero no he encontrado nada fuera de lugar, tal vez alguna nueva mancha o desconchado de la pintura de la pared que ya no recordaba, porque no llevo la cuenta de ellos, pero nada más. Lo más extraño (si es que podemos calificarlo como extraño) que puedes encontrar debajo de mi cama es a mi gato Rocco, una bola de pelo atigrado gris y negro con la panza blanca, regordete y vago, pero que siempre está más dispuesto a explorar esa Tierra de Nadie que yo (el pobre se aburre mucho en casa, la vida de un gato no debe ser muy divertida). Tras observar durante un largo rato, hasta él se cansó de no encontrar nada allí debajo y se fue a dormir, como hace siempre, esto me hizo pensar... ¿Qué ven los monstruos de debajo de la cama de interesante ahí?  La verdad, yo no sería capaz de aguantar tumbado entre el suelo y los cajones de la cama más de cinco minutos sin llenarme de mugre, y lo único "entretenido" que se puede hacer en tan poco espacio es rodar de un lado a otro hasta que te chocas con la pared o sales de debajo de la cama (podéis creerme, intenté hacer algo de provecho ahí abajo, y eso fue lo más productivo).

Tras un largo rato dándole vueltas al asunto, he llegado a la conclusión de que, si un monstruo sale de debajo de nuestra cama, no es porque quiera matarnos ni llevarnos a ningún lado, es porque se aburren un montón, así que si veis alguno no os preocupéis tanto y dejadle una baraja de cartas; pero si por el contrario lo que sale es mi gato (este de aquí abajo) os sugiero devolvérmelo, porque alimentarlo es muy caro.


domingo, 16 de octubre de 2011

El criado


“Érase una vez, en Bagdad, un criado que servía a un rico mercader. Un día, muy de mañana, el criado se dirigió al mercado para hacer la compra. Pero esa mañana no fue como todas las demás, porque esa mañana vio allí a la Muerte y porque la Muerte le hizo un gesto.

Aterrado, el criado volvió a casa del mercader.

-Amo -le dijo-, déjame el caballo más veloz de la casa. Esta noche quiero estar muy lejos de Bagdad. Esta noche quiero estar en la remota ciudad de Ispahán.

-Pero ¿por qué quieres huir?

-Porque he visto a la Muerte en el mercado y me ha hecho un gesto de amenaza

El mercader se compadeció de él y le dejó el caballo, y el criado partió con la esperanza de estar por la noche en Ispahán.

Por la tarde, el propio mercader fue al mercado y, como le había sucedido antes al criado, también él vio a la Muerte.

-Muerte -le dijo acercándose a ella-, ¿por qué le has hecho un gesto de amenaza a mi criado?

- ¿De verdad piensas que necesito hacer gestos amenazadores a alguien?

- ¿Entonces no le estabas amenazando?

- No, de hecho, tu criado no ha sido muy sincero contigo, me lo he cruzado en el mercado esta mañana y le he dicho que tenía que llevármelo a él o a ti, pero que la decisión era suya. Si te ha contado esa historia, ya sabes lo que ha decidido.

Y dicho esto, la muerte se llevó consigo al mercader.

Moraleja: Si vas buscando a la muerte, te la encuentras.

domingo, 2 de octubre de 2011

Empezando por el principio

Para empezar, os doy la bienvenida a todos, y espero que os guste, o al menos que os entretenga un rato.
He decidido ponerle éste nombre al blog porque es lo que voy a intentar que sea a lo largo del cuatrimestre: el trozo de hemisferio izquierdo que creo que me falta (todo lo que abarca a la creatividad, imaginación, expresión de las emociones...), y que espero desarrollar durante estos meses.

No sé muy bien por dónde debería empezar, mi historial literario se reduce a los dictados de las clases de lengua en primaria, de los que sólo recuerdo que me encantaba repasar una y otra vez la d mayúscula de "Dictado" para que me quedara perfecta (algo con lo que nunca me quedé totalmente satisfecho), a los apuntes, a los trabajos voluntarios y no tan voluntarios de clase, a las redes sociales (por presión social más que por iniciativa propia) y al messenger.

Aparte de eso, mi relación con la palabra escrita es prácticamente nula. Siempre he sido mucho más de leer que de escribir, en gran parte por falta de imaginación a la hora de buscar un tema sobre el que hacerlo y por otro lado pereza a la hora de ponerse a pensar en algo sobre lo que escribir, algo a lo que el hecho de no ser lo que se dice un Shakespeare de la expresión oral y escrita no ayuda mucho cuando eres consciente de tus habilidades.

Utilizo la escritura como medio para expresar mis sentimientos a los demás, de forma que a los que han ido dirigidas mis "obras de arte literarias" siempre les ha pillado por sorpresa el hecho de que sienta muchísimas más cosas de las que dejo salir a la luz normalmente.

No es algo que haga muy a menudo, pero cuando hago algo me gusta que sea perfecto. No me importa tomar el tiempo que sea necesario para escribir, que la letra sea legible y perfecta, que las lineas sean paralelas al folio, empezar de nuevo las veces que haga falta o si tengo que tachar algún error y repasar que lo que he escrito sea coherente (tiendo a equivocarme con frecuencia, todo sea dicho). Después de repasarlo un par de veces me considero satisfecho y lo paso a limpio, no es que me importe tanto que quede perfecto, soy así con casi todo lo que hago.

Mis generalmente lacrimógenas misivas no serían posibles sin mis queridos bolígrafos Bic. Llevan más tiempo conmigo del que recuerdo, y aunque son como los hámsters, que los cambias cada tres años, siguen dándome los mismos resultados ahora que cuando empecé a cogerles cariño, y soy partidario de que las cosas buenas hay que dejarlas como están.

Me gustaría tener un poco mas de soltura a la hora de crear algo, cualquier cosa, que me viniese la inspiración divina de vez en cuando y me dijera lo que puedo escribir, pero no es algo que haya pasado hasta ahora, así que tampoco tengo demasiadas esperanzas puestas en ello. De todas formas, por intentarlo no pierdo nada, y de momento tengo claro que voy a intentarlo.

Con la lectura mi historial es mucho más amplio que con la escritura, sobre todo en lo que concierne a la literatura fantástica y de aventuras (aunque también he leído bastantes libros ñoños, pero para hablar de eso necesito un par de copas o una cena gratis). Leo cuando puedo, tanto de camino a cualquier sitio si voy solo, como por la noche, como si por la tarde no tengo nada que hacer, o simplemente porque un día me apetece más leer algo que ver una película, por ejemplo. Y libros que he leído, pues un montón, no sabría por donde empezar (bueno, miento, empezaría por los de Harry Potter, pero eso resultaría mas impresionante hace 11 años cuando me leí el primero que ahora, cuando lo conoce todo el mundo y están sacando un juego de rol online acerca de él), así que dejaré la parte de "libros que he leído" y la cambiaré por "libros que estoy leyendo", que iré actualizando en cada entrada de este blog. Ahora mismo estoy leyendo el cuarto libro de Canción de hielo y fuego: Festín de cuervos (si alguien no lo conoce, se lo recomiendo, a lo mejor Juego de tronos os suena mas, que es el primer libro).

Con esto creo que ya os he dado suficientes letras por hoy, espero que no se os haya hecho muy largo, porque nos quedan muchas entradas juntos, así que suerte a todos, y espero que os haya gustado.